Recurrir a la inversión privada es una de las pocas alternativas que tienen los emprendedores para capitalizar su proyecto ante la falta de financiación. Sin embargo para la inmensa mayoría es muy complicado llamar la atención de los inversores, que por otro lado se suelen quejar de la falta de proyectos interesantes.
El primer y más grave error que suelen cometer los emprendedores es creer que todos los proyectos son invertibles. No distinguir la diferencia entre financiación e inversión es la primera causa que llevará al fracaso a todos aquellos que pretenden que un tercero apueste por su negocio y le ayude económicamente en su proyecto. ¿Qué debe tener, entonces, un proyecto emprendedor para llamar la atención de un inversor?
Un buen modelo de negocio, realizable y escalable
En emprendedor suele pensar que lo importante de su negocio es la idea y que con eso ya se va al fin del mundo. Al inversor la idea le suele importar bien poco, le motiva más comprobar que el emprendedor tiene claro cuál es su modelo de negocio, es decir lo que va a hacer, cómo lo va a hacer, quién lo va a hacer, cuánto le va a costar y cuánto va a ganar.
Muchas veces la clave del interés del inversor está en el equipo. Un buen proyecto en manos de un mal equipo tiene pocas posibilidades de éxito, sin embargo un buen equipo con un proyecto regular puede mejorarlo (o incluso cambiarlo) en la fase de desarrollo y ejecución por lo que el valor del proyecto es mayor.
El objetivo del inversor es rentabilizar su aportación de manera que compense el riesgo que asume en caso de fracaso empresarial, por eso uno de las mayores problemas aparece en el momento en que el proyecto alcanza el punto de equilibrio y comienza a ganar dinero. En este punto muchos proyectos entran en una fase de "relajación", los emprendedores tienen sus necesidades cubiertas pero el negocio no genera lo suficiente para que el inversor logre su objetivo. Por eso el proyecto ha de demostrar que su objetivo de ingresos va más allá y el inversor va a poder recuperar con creces su inversión.
Por último, y en parte relacionado con lo anterior, es importante que el proyecto sea escalable. La escalabilidad supone que se puedan hacer creer los ingresos sin que, de manera paralela, haya que aumentar los medios de producción. Es decir, hay que demostrar una capacidad de crecimiento funcional mayor que la de crecimiento orgánico, ya que de esa manera maximizaremos beneficios con menores inversiones.
Con todo ésto debemos plantearnos si nuestro proyecto puede llegar a ser interesante para un inversor. En caso de no ser así debemos seguir planteándonos la opción de la financiación tradicional.
Fuente: http://www.bbvacontuempresa.es/