Recuerdo el caso de un coachee que mandó instalar la última tecnología para monitorear a su equipo de producción, pues éste no estaba cumpliendo con los horarios acordados. A pesar de las medidas que tomó, seguía frustrado por la actitud de la gente.
Le sugerí que quizá su verdadera necesidad no era un sistema de monitoreo, sino un cambio en sus creencias respecto al rol de un líder y de su forma de generar un ambiente de confianza y compromiso con sus colaboradores.
Hoy en día, los líderes están muy pendientes de las tecnologías que existen en el mercado y sobre todo de aquellas en las que invierten sus competidores. Sus decisiones oscilan entre la imperante necesidad de adquirir las últimas innovaciones y la constante lucha para evitar caer en la obsolescencia.
A pesar de sus cuantiosas inversiones en soluciones que prometen ser la panacea para llevar a la empresa a otro nivel, con el tiempo los líderes se dan cuenta de que las nuevas tecnologías han surtido efecto y han logrado ciertos cambios en la organización, pero ninguna de éstas, por si misma, ha logrado la transformación que verdaderamente necesitan.
Desde esta perspectiva, la transformación es un proceso lineal y acumulativo, no hay rupturas ni cambios en el modo de hacer empresa. Algo similar a lo que plantea Rafael Echeverría en su libro La Empresa Emergente: “Si se cuestiona el modo de hacer empresa, hablamos de un nivel de transformación más profundo, que no podrá resolverse simplemente con programas parciales y acumulativos de transformación”.
De esta manera, los líderes viven un constante dilema, entre el imperativo de la transformación y la frustración ante los resultados insatisfactorios.
¿Entonces el problema está en la tecnología? En lo absoluto. La tecnología es un factor determinante para la evolución y el desarrollo de la humanidad, sin embargo, el exceso de enfoque en ella nos ha hecho perder la visión hacia otro tipo de tecnología, lo que Barry Schwartz, autor del libro Why we work, denomina la “tecnología de las ideas”.
Para Schwarts la ciencia además de crear cosas, crea ideas. “La ciencia crea formas de comprensión, y en las ciencias sociales, las formas de comprensión que se van creando son las formas de entendernos a nosotros mismos, y tienen una enorme influencia en cómo pensamos, a lo que aspiramos y cómo actuamos”.
En coaching decimos que de acuerdo a la forma en que observamos las cosas, actuamos y que nuestras acciones nos conducen a ciertos resultados. El cambio se da en las acciones y la transformación se da en el sistema de creencias.
Schwartz nos muestra una distinción importante entre la tecnología de las ideas y la tecnología de las cosas: “Con las cosas, si la tecnología es mala, entonces sólo desaparece. Con las ideas... las falsas ideas acerca de los seres humanos no desaparecerán si la gente cree que son ciertas. Porque si la gente cree que son ciertas, crean formas de vida e instituciones que son consistentes con estas mismas falsas ideas”.
Nuestra mayor preocupación tendría que estar apuntando hacia la manera en que concebimos las cosas y las teorías que tenemos sobre la naturaleza humana, porque nuestras ideas al respecto determinarán y diseñarán la realidad en la que vivimos. Este es el rol que juegan las ideas en formarnos como seres humanos.
3 preguntas para invertir en “tecnología de las ideas”
1. ¿Qué es lo que verdaderamente necesita tu empresa: un cambio lineal y acumulativo o un cambio en el modo de hacer empresa?
2. ¿Cuál es el sentido de la transformación que buscas?
3. ¿Qué tipo de realidad quieres diseñar a partir de tus ideas y de tu forma de hacer empresa?
Antes de tomar decisiones para invertir en la última tecnología, revisa tu modo de hacer empresa y tu sistema de creencias, de manera que obtengas claridad sobre el rumbo que quieres tomar y la forma en que la tecnología adquirida y las acciones emprendidas pueden ayudarte a llegar.
Fuente: www.altonivel.com